El SDDR en España: retos, plazos y oportunidades para una transformación estructural del reciclaje

La inminente llegada del Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) en España, impulsada por el nuevo Reglamento Europeo sobre Envases y Residuos de Envases (PPWR), marca un punto de inflexión en la gestión de residuos. Aunque la normativa europea fija 2029 como fecha límite, el Gobierno español ha decidido adelantar la implementación a noviembre de 2026, mostrando una voluntad política clara de acelerar la transición hacia un modelo más eficiente y transparente.

Un modelo de reciclaje en entredicho

El sistema actual de reciclaje en España, gestionado principalmente por Ecoembes, lleva años bajo la lupa de expertos, organizaciones y medios. Las críticas sobre su eficacia y transparencia han sido constantes, y diversos informes han puesto en duda su capacidad real para garantizar una economía circular efectiva. A pesar de ello, el modelo se ha mantenido, aunque cada vez más voces reclaman un cambio estructural.

El potencial del SDDR: eficacia probada en Europa

El SDDR, que consiste en cobrar un pequeño depósito por cada envase de un solo uso y devolverlo al consumidor cuando entrega el envase vacío, ha demostrado en numerosos países europeos ser el método más eficaz para incrementar tanto la cantidad como la calidad del material recuperado. Además, garantiza la trazabilidad y la pureza del PET reciclado, un aspecto clave para cumplir con los estándares alimentarios y regulatorios.

En países donde el SDDR está implantado, las tasas de recuperación superan el 90%, muy por encima del 79% reportado en España por Ecoembes (cifra cuestionada por la OCU y Greenpeace, que sitúan la tasa real entre el 30% y el 36%). La clave está en la separación en origen, que reduce la contaminación cruzada y permite obtener materiales más limpios y valiosos para el mercado del reciclaje.

Desafíos logísticos y organizativos

Sin embargo, la implantación del SDDR en España presenta desafíos logísticos, técnicos y económicos significativos. Según Victoria Ferrer, directora general del Gremi de Recuperació de Catalunya, la complejidad del proceso —que incluye licencias, infraestructura, software y coordinación entre cadenas de distribución, gestores y administraciones— hace difícil pensar en una puesta en marcha completa antes de 2028, pese al objetivo oficial de 2026.

Además, aún no existe un operador designado oficialmente para gestionar el sistema. Se barajan nombres como ACTECO o incluso Ecoembes, pero no se descarta la entrada de nuevos actores, incluidas iniciativas privadas de grandes superficies. La estructura organizativa podría ser múltiple, pero lo esencial es que los operadores recauden los depósitos, gestionen los retornos y distribuyan el material recuperado a las plantas de reciclaje, reinvirtiendo los depósitos no reclamados en el propio sistema.

El papel de las máquinas reverse vending

Aunque no serán obligatorias, las máquinas de reverse vending se perfilan como una herramienta fundamental, especialmente en puntos de venta con gran volumen de envases. Estas máquinas facilitan la devolución, agilizan el proceso y permiten una trazabilidad digital de cada retorno, facilitando la gestión y el control del sistema.

El PET alimentario y los retos regulatorios

El SDDR también aporta ventajas en términos de seguridad alimentaria. Actualmente, la EFSA permite la reutilización del PET siempre que solo un 5% de los envases provenga de productos no alimentarios. El crecimiento del uso de PET en productos de droguería pone en riesgo esta garantía, pero el SDDR, al recuperar exclusivamente envases de bebidas, refuerza la seguridad y el cumplimiento normativo.

De cara a 2030, todas las botellas de PET deberán incorporar al menos un 30% de material reciclado, un objetivo que solo será alcanzable mediante la implantación de un sistema de depósito efectivo.

Preguntas abiertas y necesidad de coordinación

Quedan cuestiones clave por resolver: ¿quién suministrará el material recuperado a las plantas de reciclaje? ¿A qué precio y bajo qué criterios? Sin una definición clara de estos aspectos, las empresas del sector no pueden planificar inversiones ni garantizar la continuidad operativa.

Lo que sí es indiscutible es que el SDDR supondrá una transformación estructural necesaria, con profundas implicaciones tecnológicas, económicas y sociales. Su éxito dependerá de la capacidad de las instituciones para coordinarse, del diálogo honesto entre todos los actores y de una colaboración público-privada real.

SDDR y futuro

El SDDR representa una oportunidad única para España de situarse a la vanguardia europea en gestión de residuos y economía circular. Si se implementa con rigor, transparencia y visión de futuro, permitirá alcanzar los objetivos europeos, mejorar la calidad del reciclaje, reducir la contaminación y responder a las expectativas de una sociedad cada vez más consciente y exigente en materia medioambiental. El reto está servido; ahora toca convertirlo en realidad.


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